MADREpor Lucía Pena
(nació en La Serena – reside en Santiago)
Si manos de escultora yo tuviera,
buscaría el más grande
bloque de granito
y cavaría en él
el útero inmenso de la tierra.
Volvería así a mi hogar primero.
LA MAMADREpor Pablo Neruda
(Premio Nobel de Literatura 1971; Parral)
La mamadre viene por ahí
con suecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre doña
Trinidad Marverde
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda y apagándose,
encendíendose
para que todos vean el camino.
Oh, dulce mamadre
-nunca pude
decir madrastra-
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro
la santidad más útil,
la del agua y la harina
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.
Ay mamá, ¿cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible. Yo llevo
tu Marverde en mi sangre
el apellido
del pan que se reparte
de aquellas
dulces manos
que cortaron del saco de la harina
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre
y cuando todo estuvo hecho,
y ya podía
yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura,
al pequeño ataúd
donde por vez primera estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.
MIRTA, MI MADREpor Eduardo Aramburú García
(nació en Chimbarongo – reside en Copiapó)
Te he buscado en los jardines
de todos los campos
y te he confundido con las mariposas.
Cuando te fuiste no escuché tus palabras
pero hoy tu voz me la traen
los ríos
que vienen del cielo.
El mensaje me lo descifra el aire, el agua
y las manos mismas de la tarde
que van destejiendo pesares.
Puedo escuchar tu voz que viene de lejos,
sentir tus cálidas manos,
ver, bebo y siento
tu figura
de trigal abierto
de folclore, de crepúsculo
y hoy como ayer
es la presencia tuya, campesina y madre,
sembrando, siempre sembrando la esperanza,
sintiendo en mis manos cada flor,
de tus manos,
absorbiendo la savia de tu consejo atento,
bebiendo la luz de tus ojos abiertos
Y sabiendo que el trigo es el pan de tu huerto
¡Corres, corres...! por los campos del cielo,
madre... no has muerto.
MADREpor Roberto Flores Alvarez
(La Serena)
En la recia tormenta de la vida
tu nombre, Madre, siempre fue lucero;
¡Madre!, dice la tarde en agonía.
¡Madre!, repite la gaviota en vuelo!
Cuando la rosa del amor florece
cuando abrimos los ojos asombrados,
nuestro cuerpo –jirón que se estremece-
sólo se aquieta en tu regazo amado.
El primer paso, débil, tembloroso,
tuvo el apoyo tierno de tus manos,
y el vocablo “mamá” –raíz del gozo-
fue la primera estrofa de los labios!
Cuando estamos enfermos, junto al lecho,
eres el Hada que nos cuenta Historias,
con dragones feroces al acecho
y Príncipes que luchan por sus novias!
Después la juventud, con sus locuras,
y el corazón que se abre al sentimiento;
la ilusión que nos lleva a las alturas,
y el desengaño cruel, con su tormento...
Si la serpiente de la envidia humana
nos quiere herir con su colmillo rudo,
En tu consejo noble, en tu palabra,
Encontraremos el mejor escudo!
Nada hay más claro, Madre, que tu acento,
nada más puro que tu amor sincero,
aunque, a veces, en medio del desierto,
se nos pierde la luz de tu sendero!
Sólo cuando la muerte, irreverente,
te besa con sus labios silenciosos,
sólo cuando te has ido para siempre,
Te comprendemos, Madre, entre sollozos!
Que en el templo sutil de cada pecho
se alce un altar eterno a tus “saudades”
donde brillen la llama de tus besos,
Y la ternura en flor de tus bondades!
Porque en el cielo inquieto de la vida
tu nombre, Madre, siempre fue lucero;
¡Madre!, dice la tarde en agonía,
¡Madre!, repite la gaviota en vuelo!
CAPULLITO CARMELA(a Carmen, mi madre)
por Irma Astorga
(Santiago)
Madre:
Gota de agua bailando dulcemente en mi boca,
Por el ir y venir de tantos días.
Cinta vegetal
Zapatito de domingo proletario.
Niña mía.
Carmelita la del campo te llamaban.
Carmelita es mi madre,
Con su delantal que aún huele a carboncillo;
Y a pesar del tiempo
Aún me queda el olor de su jardín de rosas,
De su humilde vestido planchado por el viento.
Eras la suave y rubia risa,
La que dulcemente remendó las cotonas camineras.
Yo alcancé a ver tu mirada de sementera,
Tu ágil caminar por los durmientes
Y recogí tu risa
A través del humo rizado de los trenes.
Pero, el campo es pobre
y el hambre te saludó secando los trigales
.
llegaste a la ciudad con tu rebozo negro,
Un chiquillo en los brazos y otro en el vientre.
Hostigada y confusa,
deshojabas la cinta de tu pelo;
poco a poco la ciudad te cortó la mirada.
Pero siempre estuviste junto a los tuyos,
cantando en los patios
y enseñando a luchar a las mujeres.
Yo te saludo,
compañera y madre,
Y como antes dejo caer mi palabra en la tuya:
Capullito Carmela
niña mía.
CUANDO CIERRE LOS OJOSpor Julio Flores (Valparaíso)
Madre, cuando cierre los ojos
ven a mí; vuelve a ser mi compañera.
De la mano juntos iremos otra vez
al barranco a mirar,
el vuelo de las golondrinas.
No quiero que traigas el dedal
ni la aguja ni el hilo
que durante años te acompañaron
en bordar esos blancos lienzos
para untar nuestras bocas.
Será innecesario, porque no habrá hambre
ni sed; nada pedirán nuestros cuerpos.
El gozo llenará nuestros rostros;
tú volverás a entonar canciones
y yo, te contaré lo último que vi.
Madre, yo sé que estaremos juntos
otra vez mirando el mar azul.
Divisaremos la barca de mi padre
con su vela henchida a sotavento
saltar las olas espumosas.
MURALpor Pablo Guíñez
(nació en Lumaco – reside en Santiago)
Hoy me escribió mi madre. Han colgado la lluvia
los vuelos han tendido su canto en el alero.
Penetra el sol la oscura habitación dormida
donde la araña inmóvil va tejiendo el recuerdo.
Vienen, también, noticias de los lentos amigos,
de mi padre y el perro; del gato entumecido.
El tumulto del agua rueda sobre el silencio.
¡Qué prodigio es el suyo enhebrar la distancia!
Me interroga lo incierto de tanta pesadumbre.
Si es verdad que la muerte ha encontrado su sitio.
Del traje de provincia y de las alas rotas,
mientras cae en la noche de las sombras el velo.
RESPONSO POR MI MADREpor Agustín Zumaeta
(Rancagua)
Hace mucho tiempo que no escribo nada para tu recuerdo.
Antes te lloraba; te llamaba a voces: ¡Te me habías muerto!
Ahora me callo. No te llamo nunca. Ya olvidé tu nombre;
pero con tu nombre prendido en los labios me interno en la noche.
Eres ya tan mía; vives tan adentro de todas mis horas,
que ya no es preciso que diga tu verso, raíz de mi aurora.
Tengo la alegría de ser hijo tuyo; tengo la alegría de cada momento,
por este recuerdo que es sangre en mis venas, que es luz en mis ojos, que es vida en
(mi cuerpo.
Tú vas por el mundo por los pasos míos; por mi luz abierta; por mi voz dorada
¿Para qué te llamo, si se enciende el día, al contacto mismo de tu rosa clara?
Vengo de tus ojos; vengo de tu rostro; de tu luz discreta, de tu aliento limpio;
voy hacia tu centro con las manos altas; voy al mar del cielo por la sangre tuya, que es
(un ancho río.
Yo tengo la misma tristeza callada que, a veces, la tarde ponía en tus ojos;
y estas mariposas de humo que persigo, del sol de tu alma copiaron su asombro.
Toma este poema; toma este recuerdo; toma este responso;
toma el verso largo, que es sal de mi pecho y es luz de mi día,
y aunque no te nombre, tú sabes que digo sin voces, y es cierto: “Soy la madre mía
LA HERENCIApor Jaime Quezada
( nació en Los Angeles – reside en Santiago)
La madre engaña a su hijo con un cuento
Y el plato de sopa queda limpio
El hijo crece
Se hace hombre
Se casa. Y tiene un hijo
Y el hijo engaña a su madre con un cuento
Y el plato se ensucia con el llanto.
MI MADRE PINTORApor Francisco Medina Cárdenas
(nació en Santiago - reside en Talcahuano)

¡Madre! ¿Dónde estás? ¡Madre! ¡Tu hijo te busca
entre el gracioso vientre de una estrella verderusca
y las lágrimas de la luna quemadas en la noche.
¡Madre! observa en mi pecho las letras de soroche,
son los dolores echando raíces en mil pedazos
escritos con sangre, espejos y muchos retazos.
Hoy es un día de bellos arco iris, metáforas y sillas
de la infancia, también de sueños, montañas y ardillas.
Y aquellos anillos fosforescentes brotan desde el cielo
mostrando los caminos, las carretas de bueyes y los
(pájaros en vuelo.
¡Madre! Tu hijo evoca tus besos! Si, dime ¿todavía
cantan tus cajitas de música en el piano mientras reías?
En la ventana un gorrión salta trayendo el aroma
de eucaliptus, coigues y la niebla luego asoma.
El tiempo nos trae espadas de corcho, volantines
de colores y aquellos caballos levantando sus crines
como si fuesen árboles o enormes patines.
Son aquellos imborrables pueblos de la infancia
borrachos de grullas y luceros y de barro de fragancia.
El niño se recuerda con sus lenguas de arena
y sus hermanos en el viejo caballo que apena
por sus heridas en la madera, una treintena de agujeros.
Dime, mujer ¿por qué la lluvia golpea las puertas
y los relámpagos se desatan bañados de soles
mientras me sangran las venas de lunas muertas?
Los artificios y las simientes se abrazan a las moles.
¡Madre! ¡Tu hijo te busca! Aquel alegre pequeñuelo
que mojaba los ojos de los cuchillos con sus sollozos
y viajando por los diversos planetas como un reyezuelo
que iba soñando con campanas y el extraño óxido de los
(pozos.
Esos son los hilos secretos del largo patio de la
(memoria
cuando de madrugada mis gritos quemaban tus brazos
y tu secreto corazón vestía canciones que fueron
(historia
con el último rocío de la cordillera andina y el amor de
(tus abrazos
¡Madre! ¿Dónde estás? ¡Madre! ¡Te busca tu hijo
dentro del ropero porque escucha una rota pupila
que baja por un río de escamas, y entonces predijo
las cenizas de la luna y su reino extraño que titila
desencadenando ella
explotando bella
atesorando ella
la muerte lenta de los espectros de las flores,
las pesadillas, y las epifanías de dulce y de colores.
¡Madre! Tu hijo construye el corazón de los pájaros,
parecen reliquias de caparazones de mariposas,
otra vez llueve en las entrañas de los espantapájaros
trayendo a nuestro viejo caserón raíces y rosas.
Tengo una terrible congoja en los recuerdos del agua
te veo en mis sueños de adobe junto a un profeta
que lleva una águila mapuche y una cuna de guagua
y tú con tus atavíos de huesos un día descubres una veta
de verbos azules, desayunos, insectos y una fragua.
Ahora oficio a la tierra de los espíritus de los pewenche
y se descuelgan los ciegos en las viejas caletas de Talcahuano
y se escuchan viejas y pausadas melodias lafkenche
y en los agitados ojos de un niño un mundo convulsionado y
(humano.
¡Madre! ¡Tu hijo te busca! ¡Madre! ¿Dónde te encuentras?
yo la tengo ya extraviada en los oníricos espejos
y entonces el pasado se esconde cuando tu entras
al laberinto de los recuerdos. Son hechos verídicos
llenos de bolitas, sopaipillas, trompos y gatos,
fantásticas mutaciones en mis pupilas rotas a ratos.
Algodones y sonrisas en los recovecos del cielo
costran las ceremonias de mi infancia
llenas de chubascos y delirios de arrogancia
y las antiguas tinajas de fantasmagórico hielo.
Son las visiones que chasquean los cerrojos de barro mientras
indago en las ventanas:¡Madre, tu hijo te busca! ¿Dónde te encuentras?...
LA MADREpor Rosario Orrego de Uribe
(Copiapó, 1862)
¿No es venturoso ¡oh madre! Bendito ese momento
en que recoge el alma sus fuerzas de mujer,
y entre el temor y anhelo se escapa el gran lamento
que arranca de tus senos un ser como tu ser?
¡Qué importa el sufrimiento, si al borde de tu lecho
se eleva la cuna do está tu serafín,
si con placer ya inclinas el amoroso pecho
dejando entre sus labios la vida que hay en ti!
¡Y cuánto, oh madre, gozas en esos dulces lazos
que ni la misma muerte podrá ya desunir!
Mientras al hijo aduermes en tus amantes brazos
forjas, para él, felices, glorioso porvenir.
¡El hijo! Pura esencia de tu fecunda vida
que con amor transmutas en un querido ser.
En él tu propia imagen, te ves reproducida,
tienes en él tu encanto, tu adoración en él.
¡El hijo! Que palabra tan grave y melodiosa!
Al resonar alhaga y agita el corazón;
divina poesía que en nota misteriosa
va al alma de la madre, responde a su pasión.
¡Qué importa que el destino te sea ¡oh madre! aciago,
que el mundo te encadene con bárbaro rigor,
que te convierta en llantos un fugitivo alhago,
que cambie tus sonrisas en íntimo dolor!
¡Qué importan, tierna madre, tan rápidos dolores,
si Dios puso una cuna dentro tu propio hogar,
si en ese nido cándido que adornas tú de flores
un cielo de delicias por siempre has de gozar!
No bien brota una lágrima de tus nublados ojos
cuando manitas tímidas la vienen a engujar,
y arrancan de la vida los ásperos abrojos,
endulzan la amargura, suavizan el pesar.
Y labios purpurinos te besan exhalando
ambiente muy más grato que el de aromada flor:
¡oh madre! son tus hijos, que en torno retozando
te estrechan y acarician con infantil amor!
Y, al declinar la tarde, de vida fatigosa,
si buscas algún bálsamo que calme tu dolor,
encontrarás la dulce mirada cariñosa
de un ser que por ti vela con entrañable amor!
POESIA INFANTIL-JUVENIL MAPUCHE
TIJERITAS DE MI MADREpor Lonko Kilapan (Santiago
Tijeritas de mi Madre,
más de oro que de acero,
siempre cortando el destino
y la tela del silencio.
Siempre cortando la noche,
en Verano y en Invierno,
siempre llevando la Luna
en el filo del esfuerzo.
Yo las veía cruzar,
como un cisne sobre el género,
abriendo un surco a la vida
lleno de claros reflejos.
Y yo crecía y crecía,
como árbol en buen suelo,
mientras sus manos de seda
se arrugaban como el género.
Iban perdiendo sus ojos
el brillo de los luceros
y la nieve de los años
iba cayendo en su pelo.
Tijeritas, que no pueda
cortar el hilo del tiempo,
ni hacerle del arco-iris
un lindo vestido nuevo!
Yo edificaré una ruka
de copihues y silencio,
allí arderá para siempre
el fuego de su recuerdo.
Costureritas del mundo,
alzad las manos al cielo,
para que todos los hombres
puedan cubrirlas de besos.
PICHI KATRIAI TAMI ÑUKEIPichi kátriai tañi ñúkei
Doi pálai kam páñilwei
Turpu kátruum chilkatum
Kai píkem ukui
Tupu katruum punm
Ukéo kai púkemo
Turpu yenum kullém
Kudáui yúo
Inche péfun tráfuun
Fem kiñe trula wente pénkeo
Nulaum kiñe répum mónem
Áponu áipion líkon
Kai inche trémfun kai trémfun
Fem áliwen kume máputuo
Petu tami kukai fentem yudu
Trónofunng fem pinke
Ámu funng ñámeum tami ñéai
Áyarkum wanelenon
Kai pile tripantuon
Ámufui nákum wente lonke
Pichi katriai fem mu pépian
Kátrin wílfun rágantui
Kaine femn eimi relmui
Kiñe aifínkelem we tákum
Inche rúkaian kiñe rukam
Kofkelleon kai ukuon
Tie kutráleian rumel
Kutral tami piukentukui
Ñidultufeai filltuemapu
Wenúntule kukai wénum
Mo kam fill wéntrai
Pépianng kákun trafuon
SUEÑO, MADREpor Omar Lara
(nació en Nueva Imperial – reside en Concepción)
Sueño, madre
que voy por un camino.
Me encuentro con el Sol:
es hermoso y perfecto,
recuerdo, madre, que era
en la voz de la sangre
como debajo de todo.
Oblicua sobre el mundo
una estrella caía, deshaciéndome
(como.
Y mi sombra crecía, gigantesca
sobre un Mar ignorado
a los mares del Sur.
Yo crecía y volaba
como un diablo de fuego
y bajo mí la tierra
tiritaba de frío.
Mirado desde arriba
era todo muy bello,
con una sola estrella y mis alas
gigantes,
del Océano Pálido hasta el Mar
de los Sueños
iba mi enorme sombra.
Quise tomar la Tierra
como en juego en mis manos
pero tuve piedad.
Pasaban entre tanto
miles y miles de años,
generaciones pasaban,
pasé yo.
MADREpor Francisco Javier Medina Barriga
(5° Básico)
Felíz día mamá,
tu eres para mí
un capullo de rosas
igual a las de un florero
¡son tan hermosas!
Llegas a mi pieza
a cuidar mi salud,
y si despierto en la noche
me cantas al oído.
Recuerdo aquel pajarito
que en un árbol conocí,
y también tus palabras
y todos tus rezos.
¡Gracias, mamá, gracias,
por tus caricias y sonrisas,
tus abrazos y tus besos!
HAY UN DIA FELIZ(fragmento)
por Nicanor Parra
Premio Nacional de Literatura
(nació en Chillán – Reside en Santiago)
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
EL HIJO ADOPTIVO(fragmento)
por Jaime Gómez Rogers
(Santiago)
Pero yo tuve mi madre –alada y forestal-
me lo contaron junto con la leche,
de las manos azules en la artesa,
del carbón, y la plancha, y la greda,
de los pies agrietados en la lluvia
y de las largas noches inconclusas.
SENCILLAS PALABRAS A MI MADREpor Oscar Castro
(Rancagua)
Eres pequeña y dulce, y el color de tu nombre
viste las cosas idas y los mares de la tarde.
Te conocí en la infancia , cuando arrullabas mis veleros,
cuando trazabas caminos azules a mis sueños.
Estaba entonces tan cerca de tu corazón,
que me dormía en su latido como en la música de un verso.
Aquello fue el entonces, madre menuda y dulce.
Ahora soy el hombre de las flechas ardidas,
que nunca acercó su pena al Dios de rostro herido.
Mis palabras, mis ansias, no caben ya en tu vida.
He de llevarlas solo, sin tu canto y tu beso,
con la cara hacia el cielo y el corazón hacia el olvido.
Te veo cada día junto al rumor de la vajilla.
Las flores, mis hermanoas, los quehaceres humildes,
toda ocupa un lugar en tu mundo, y tu vida
es como un noble canto, aunque tú no lo sepas.
¡Madre, cómo repartes en la existencia nuestra,
tu corazón de pan, tu resplandor de lámpara!
Ahora está la noche en la casa, y yo escribo.
No he de contarte aquello. Podrías despertarte.
A qué decir que aquella novia se parecía
a ti, en lo pequeñita, en lo suave, en lo buena.
Ella no está, es verdad. Me perfumó la vida,
me desgarró la vida. Se fue. Pero no importa.
Me quedas tú, y estás durmiendo ahora.
No vaya a ser mi pena lágrima en tus ojos verdes.
Cierto es que no comprendes a tu hijo. Y sin embargo,
justificas la santa verdad de su locura.
Yo sé que algunas veces quisieras estrecharlo
a tu pecho, librarlo de no sé qué, de algo impreciso
que está en las rosas, en la cruz de las estrellas
y en el llanto de los que sufren y son pobres.
Pero el muchacho tuyo no sabe lo que dice.
Te quiere y nada más, Para qué estas palabras,
cuando en ti la verdad florece su poema.
SALMO A LA MADREpor Vicente Huidobro
Bendita seas, Madre, porque tus ojos abiertos al infinito están siempre prontos a todas las maravillas.
Bendita seas, porque siempre estás inclinada sobre todos los dolores
Bendita seas, Madre, porque tu espíritu es una mezcla de música y poesía y tiene la armoniosa aspereza de los grandes espíritus.
Bendita seas, porque tus ojos dominadores con frecuencia se nublan de lágrimas y muchas veces la tristeza ha dormido bajo tus párpados.
Bendita seas, porque tienes la mirada clavada en Dios y los brazos tendidos hacia el vacío.
Madre, cuando hablas se abren puertas luminosas en el infinito.
Bendita seas, porque tú recorres la vida como una dulce sombra tras de tu espíritu vigoroso.
Madre, ante mis ojos te presentas nimbada por el halo de lo estraordinario.
Y mi espíritu te da las gracias enternecido porque tú le diste todas las llaves imposibles y porque tú le enseñaste a amar la excelsa claridad de los horizontes.
Tú eres casi inmaterial y tu espíritu ondula y resplandece como el fuego, y yo siento en mi interior esta misma ondulación de luz como si hubiera prolongado hasta mí.
Tu alma está llena de Dios como un cántico sagrado, y tus ojos dulcificados ante él han dado a los míos la adoración de todas las bellezas.
Bendita seas, Madre, y que veas crecer a tus hijos y a tus nietos y que te rodeen hasta la cuarta generación y que todos estén bajo tus ojos como a la sombra dulce de la higuera.
MI CASApor Jerónimo Lagos Lisboa
(San Javier de Loncomilla)
Tomar un día el tren, y por Semana
Santa, llegar al pueblo recogido,
Abrir la puerta del hogar sin ruido
Y besar lento su cabeza cana.
¡Madre, ceñida claridad de arcana
melodía ancestral, tiempo y olvido!
(Todo en mi parvedad quedó vestido:
selvas de ayer y alondras de mañana).
Ser tu experiencia a mi experiencia
(unida,
cercar con ella el ojo aventurero,
gustar la pena, regustar la vida,
hacer dormir a ensueño plañidero
y comprender que sólo en la
(escondida
veta, el metal se purifica entero.
ENTRE AZUCENASpor Renato García Pica
(San Felipe)
Entre azucenas, madre, eres hermosa
con la belleza azul de la fineza;
y te nievan las flores la cabeza,
en giro de celeste mariposa.
Mas en esta mañana el dolor posa
en tu boca querida sombra aviesa.
Si tu pena alimenta mi tristeza,
se deshoja en mi mano tu alba rosa.
¡Madre anciana! Es por mi que te acongojas;
por tu hijo sollozas, carne mía:
en mí te crucifican y las rojas
serpientes que envenenan mi alegría,
no perdonan que tú señora, escojas
al que menos tenerte merecía.
UN DIA ENTRE LOS DIAS(A la memoria de mi madre,
doña Eduvigis Díaz León de Gandarillas)
por Manuel Gandarillas
(Cuiricó)
Vino en la tarde y la tarde era
como un jardín rayado de aguacero.
Desmenuzó su voz de enredadera
para darme una cita en un lucero.
Vestía de cansada, adormidera
en palidez total de limonero,
abeja sin pañal y sin pradera,
mensaje eterno de lo venidero.
Guarda con llanto de nocturna fiera
-corazón vegetal de la madera-
su dulce cuerpo de vencido Enero.
que yo tengo una cita en Primavera,
con su abatido corazón de cera
a la orilla del último lucero.
HOY ME HA ESCRITO MI MADREpor Jimmy Walter Gerald Gárate
(Chañaral)
Hoy me ha escrito mi madre
Y la carta viene besada con el timbre
Del correo de mi pueblo.
Hoy me ha escrito mi madre... y me cuenta:
¡Hijo las calles de la ciudad
ya no son niñas alegres, están solas y
viejas!
¿Por qué, madre?
Hijo el ladrido de un perro se ha
Embalsamado,
Ya no es eco en las mañanas.
¿Por qué, madre?
Hijo, los niños del barrio, tus amigos,
Dejaron de jugar,
Dejaron de venirte a buscar.
¿Por qué, madre?
Hijo, ya no soy la madre orgullosa
Que peinaba a su hijo con besos y anécdotas
Ante sus vecinas.
¿Por qué, madre?
Lejano hijo mío,
-El árbol del jardín se ha caído.
-Las aves se comieron a sus crías.
-Tus juguetes se congelaron en vejez.
-En tus libros desaparecieron las palabras
-Y la pequeña Alicia ya no te esperará
más.
¿Por qué, madre?
¡Por Dios, hijo mío, ¿y todavía preguntas?
IRISor Lilian Aranda Gutiérrez
(Potrerillos)
Y tu voz cristalina
recorre mis aguas de paz
llenas de pensamientos,
infinitos de ternura
tomas las manos que te necesitan
guiándolas
por huellas de tropiezos y alegrías.
Oh, Madre
quien pudiera tenerte siempre
quien pudiera adorarte sin fin.
Porque eres emprendedora
de sueños futuros,
das todo por nada
y yo doy todo
por tu gran amor.
MADREpor Eugenio García-Díaz
(Santiago)
Madre
juntos caminamos juntos
madre
por estos claros senderos
madre
para que se escuchen
madre
nuestras voces
Madre
en tu voz, en tu mirada
madre
descubro cada día
madre
un horizonte de ternura.
Madre
cuando te miro
madre
se llena mi corazón de gozo.

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